jueves, 21 de abril de 2016

Reporte ONU sobre Empresas y Costos ambientales


Hoy vamos a comentar un reporte elaborado por la consultora Trucost y financiado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA por sus siglas en inglés) denominado Capital natural en riesgo: el Top 100 de las externalidades de los negocios, el cual encontró que, en pocas palabras, si las grandes empresas del mundo tuvieran que internalizar los costos ambientales que provoca su operación, prácticamente ninguna de ellas estaría generando ganancias.

La afirmación no parece novedosa, sobre todo si uno le presta un poquito de atención a la agenda ambiental, pero lo diferente e interesante es que este informe le pone pesos y centavos, o más bien, millones de dólares, a lo que parece sentido común.

Así, el informe ofrece en primer lugar una perspectiva global acerca de cuáles son las principales amenazas a lo que algunos denominan capital natural –y que nosotros preferimos llamar patrimonio natural-, para hacer comprensibles y cuantificables dichos riesgos ante gobiernos e inversores.

Estos riesgos se presentan en términos financieros, algo que puede generar polémica pero que permite, en este caso, mostrar cuan lejos estamos de tener un sistema económico mundial basado en los principios de la sustentabilidad.

Como método, la consultora organizó el estudio ubicando las 100 principales amenazas al patrimonio natural, las cuales le cuestan a la economía mundial alrededor de $4.7 billones de dólares anuales derivados de costos ambientales y sociales, la pérdida de servicios ecosistémicos y la contaminación. Al comparar estos costos contra las ganancias reportadas por las empresas (ojo, no las que se van a paraísos fiscales, sólo las reportadas oficialmente), el estudio encontró que prácticamente no existirían empresas solventes si se les obligara a pagar los platos rotos del daño ambiental.

Como era de esperarse, el estudio encuentra que buena parte de los pasivos ambientales los asumen los países en desarrollo, aunque los bienes y servicios resultantes, se consuman y disfruten en los países desarrollados. Además, debido a la globalización de la economía, las cadenas de suministro son cada día más complejas y abarcan a todo el planeta, diluyendo las responsabilidades, concentrado las ganancias y esparciendo los daños.

Los enormes márgenes de ganancia de las industrias más rentables del mundo, como las productoras de aceite, carne, tabaco, minería, y electrónica, le “piden prestado” al futuro: estamos negociando la sostenibilidad a largo plazo para beneficio inmediato de los accionistas.

Y, por ejemplo, se enlista a los sectores productivos con mayor impacto a nivel regional: en Asia Oriental y Norteamérica, la generación de energía eléctrica con base en carbón, en el Sureste Asiático, la producción de arroz y trigo y en Sudamérica, la ganadería y la agricultura. Tan sólo la ganadería al sur del continente cuesta 18 veces más en términos de los pasivos ambientales que deja, que las ganancias que genera. Después de todo, la ganadería es el principal motor de la devastación de la selva amazónica.

La mayoría de los pasivos ambientales no cuantificados se deben a las emisiones de gases de efecto invernadero (38%), seguidas por el uso del agua (25 %), de la tierra (24 %), por contaminación del aire (7 %), contaminación de agua y suelos (5 %) y generación de residuos (1 %).

Para el caso mexicano, donde en el año 2014 el INEGI calculaba un costo sólo por agotamiento y degradación de los ecosistemas equivalente al 5.7% del PIB, aunque un estudio del Banco Mundial lo estimaba en 2012 en el 13%, con cualquier número, ciertamente es conveniente y apremiante hacer un ejercicio como éste: por ejemplo ¿cuánto producirá la carretera que se comenzó a construir en Xochicuautla, atravesando el bosque de agua y destruyendo viviendas, versus los costos ambientales y sociales? ¿De qué tamaño serán las ganancias de los negocios inmobiliarios en Tajamar, y cuánta gente realmente recibirá beneficios, contra el valor de los servicios ambientales que brinda cada hectárea de manglar? El negocio de las armadoras de autos en México ¿sería tan jugoso si agregáramos los costos a la salud de la población, muchos de los cuales asume el sistema público de salud –es decir nosotros, vía pago de impuestos?

El diseño de políticas públicas que obliguen a la internalización de los costos ambientales se vuelve un tema de sobrevivencia, y obliga a repensar seriamente los términos sobre los que está montado el actual modelo de desarrollo económico mundial.

Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad en el noticiario Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 19 de abril de 2016.
Mireya Imaz, Marjory González. 2016, PUES-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

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